SOBRE ARROCES, PAELLAS Y OTROS RATOS DE FELICIDAD

Conversaciones alrededor de la paella valenciana con alumnos extranjeros   En la prueba de nivel que precede a un curso de español para extranjeros suelo preguntarle al alumno qué aspectos le interesan de la cultura española. Después de tantos años una ya sabe que no es el románico del norte de Castilla, o las comedias mitológicas de Lope, pongamos por caso, lo que ha impulsado al estudiante a venirse a pasar una temporada con nosotros. La cosa es mucho más sencilla. Al grueso de los estudiantes extranjeros que cada año se instalan temporalmente en España les encanta la comida, sí, la comida es para ellos un modo de acceso directo al conocimiento de nuestra realidad sociocultural, rica, compleja, variada, sugerente en sí misma. Está el primer escalafón de las tapas. Y entre los platos de cocina, sin lugar a dudas, reina la Paella.

Pero en realidad, ¿De qué estamos hablando cuándo hablamos de Paella con un extranjero?

Curiosamente, en esto hay una percepción generalizada que pueden compartir personas con referentes culturales dispares; ya sea un físico del norte de Alemania, una estudiante de Políticas de Washington, o una alumna japonesa extremadamente cordial.

La primera creencia es que la Paella es un concepto que puede aglutinar multitud de interpretaciones, y que admite una variedad inimaginable de ingredientes diseminados entre el arroz. Por otra parte, se piensa que es un plato muy cromático, algo así como un montón de colorines sobre un fondo de amarillo intensísimo. A veces alguien se atreve incluso a animar esta particular receta con Kethchup.

También los hay puristas entre los extranjeros y explican que esto no se hace así, y que las cosas son de otro modo, y con esto ahora recuerdo a un estudiante parisino que hablaba de: “ la véritable Paella castillane”, no cualquier Paella, no, la “ véritable”. No sabía él que ya lo advirtió Alberti en sus versos: “Castellanos de Castilla nunca habéis visto la mar”…

Y es que, como todos saben, si hay un mundo ordenado de proporciones y sabores ese es el de la tradición valenciana en la elaboración de los arroces. Repaso por encima el índice de un Vademecum de cocina tradicional, por citar solo algunas recetas: Arroz con coliflor y bacalao, Arroz con langosta, Arroz con habas, alcachofas y bonito, Arroz al horno, hecho con el caldo del cocido, o Arroz de verduras, con toda la huerta recopilada, porque la paella es un viaje de sabores y de olores, mar adentro, y tierra adentro entre bancales de verduras y hortalizas.

La otra idea importante que transmiten los alumnos extranjeros es que la Paella es un concepto que se asocia a una idea de felicidad. Y aquí estamos, creo, todos de acuerdo. La Paella es un rato al sol aunque se coma bajo techo porque evoca aire libre y una línea azul de Mediterráneo a lo lejos. Cocinada tantas veces a fuego de leña, parece que ese recipiente, en lo redondo de su geometría concilia, reúne, e invita a compartir la delicia escondida de una lámina de arroz que el fuego ha dorado.

El valenciano más próximo a mi vida, que es también mi marido, me presta este Haiku que él mismo escribió, y esta es también la rúbrica mejor a estos apuntes de pasajes convividos:  

                                                                     

 

          Reflexiones de una profesora de español para extranjeros. Isabel Ordeig, profesora licenciada en Filología Hispánica